Discusión entre Álvaro de Campos y Ricardo Reis

Álvaro de Campos:
La poesía es aquella forma de la prosa en la que el ritmo es artificial. Este artificio, que insiste en crear nuevas pausas especiales y antinaturales distintas de las que la puntuación define, aunque a veces coincidentes con ellas, es producido por la escritura del texto en líneas separadas llamadas versos, preferiblemente comenzadas por mayúsculas para indicar que son como períodos absurdos, pronunciados separadamente. Se crean, mediante este procedimiento, dos tipos de sugestiones que no existen en la prosa: una sugestión rítmica de cada verso por sí mismo, como persona independiente, y una sugestión acentual que incide sobre la última palabra del verso, donde se hace una pausa artificialmente, o sobre la única palabra si hay una sola, que así queda en una aislamiento que no es itálico.
Pero se pregunta: ¿por qué ha de haber un ritmo artificial? Se responde: porque la emoción intensa no cabe en la palabra: tiene que bajar al grito o subir al canto. Y como decir es hablar, y no se puede gritar hablando, se tiene que cantar hablando, y cantar hablando es pone la música en el habla; y, como la música es extraña al habla, pónese la música en el habla disponiendo las palabras de modo que contengan una música que no esté en ellas, que sea, pues, artificial en relación a ellas. Esto es la poesía: cantar sin música. Por eso los grandes poetas líricos, en el gran sentido del adjetivo “lírico”, no son musicables. ¿Cómo han de serlo si son musicales?

Ricardo Reis:
Dice Campos que la poesía es un prosa en la que el ritmo es artificial. Considera a la poesía como una prosa que contiene música, de donde su artificio. Yo, sin embargo, antes diría que la poesía es una música que se hace con ideas, y por lo mismo con palabras. Considerad qué será el que hagáis música con ideas, en vez de con emociones. Con emociones haréis sólo música. Con emociones que caminan hacia las ideas, que se agregan ideas para definirse, haréis el canto. Con ideas sólo, que contengan tan solamente lo que de emoción hay necesariamente en todas las ideas, haréis poesía. Y así, el canto es la forma primitiva de la poesía, porque no es la primera forma de la poesía, sino el camino hacia ella.
Cuanto más fría la poesía, más verdadera. La emoción no debe entrar en la poesía como elemento dispositivo del ritmo, que es la supervivencia lejana de la música en el verso. Y ese ritmo, cuando es perfecto, debe antes surgir de la idea que de la palabra. Una idea perfectamente concebida es rítmica en sí misma: las palabras en perfectamente se diga no tienen poder para empequeñecerla. Pueden ser duras y frías: no influye-son las únicas y por eso las mejores. Y, siendo las mejores, son las más bellas.
De nada sirve el simple ritmo de las palabras si no contiene ideas. No hay nombres bellos, sino gracias a ala evocación que los vuelve nombres. Que alguien se embelese con los nombres propios de Milton es justo si se conoce lo que expresan, absurdo si se ignora, no habiendo más que un sueño de entendimiento, del que las palabras son el torpor.


(9-4-1930)


Fernando Pessoa
El regreso de los dioses
Ed. Acantilado
431 pág.



Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) el más complejo y quizás más importante poeta europeo del siglo XX, se ganó la vida como redactor de correspondencia extranjera para empresas comerciales, traductor y vendedor de horóscopos. Escribió parte de su obra en inglés (en su juventud vivió en Sudáfrica), obra que se desplaza magistralmente de la vanguardia al clasicismo por un afán de “ser todo de todas las maneras”. A lo largo de sus cuarenta y siete años de vida, Pessoa “asistió, de lejos, desprendido, ligeramente sonriente, a las cosas que suceden en la vida, pero sin mezclarse en ellas”. Desdeñoso de la fama –“cosa para actrices y productos farmacéuticos”- propuso desde siempre lo que él llamó una “estética de la abdicación”, en la que Pessoa incluía no sólo “la posibilidad de bienestar material” –su objetivo económico explícito consistía en ganar, como máximo, “sesenta dólares mensuales; ni uno más”-, sino todo el sistema de relaciones humanas, desde el amor a la amistad, convencido de que el hecho divino de existir no debe asimilarse el hecho satánico de coexistir.



El Hongo

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