la mariposa
volóse de la rama
papel y fuego

...

llueve lento
ondas en el estanque
rostro mojado



Liber Mendizábal

Azul

El trazo azul
que vuela lento
deja huellas
de olvido.

Mientras sueño
sufro en silencio
y sigo en azul
y en cenizas.

Sospecho de
la mosca y el
vidrio mojado.

Desconfío de
la mugre de
otro vidrio lejano.

La cuerda corre
en las cortinas
y corre también
en mi cuello.

“Comienzo de obra”
“90 kilómetros”
y el camino azul
me tortura.

La tormenta
se demora
con mis arribos
y mis adioses.

H. H. Sandín

Carta de un amigo triste.

02 de agosto de 2007.

Querido amigo:

Entristece el alma observarte, amigo. Duele hacer el camino de vuelta oliendo tu inapetencia, sentado junto a tu historia de anhelos cumplidos frente al televisor y de sueños interrumpidos por cortes de luz que aniquilaron la magia.

No sé como decirte para que entiendas cuánto duele beber casi juntos este vino que no es alegría ni olvido, en este bar donde triunfa la desconfianza y crece lento pero crece y se hace inmenso el pasado. Duele y duele mucho ver que ya solo seas pasado y que el camino ya solo sea de regreso. Por qué te cuesta tanto levantar la vista y mirar de frente al horizonte que nos sigue esperando y que no nos olvida.

Tengo mucho miedo, amigo. No quiero volver a estrellar mi vaso en tu cuerpo y que te destroces en mil pedazos. No quiero volver a quedarme solo con esta tristeza que viene creciendo lento, pero creciendo y ya es inmensa.

Un abrazo:

Tu amigo siempre.

Confundido siempre.

Eladio Camejo.

El hospital (parte 1)

Las había llamado con casi veinticuatro horas de anticipación para evitar los desencuentros de siempre.
Un sitio ya lo conocía porque había ido hace como dos semanas cuando la Dra. D la dejó plantada y hubo que llamarla y que se había olvidado, Se rompió el auto y lo que me cuesta el mecánico qué disparate, disculpame por favor es que este diciembre me lleva a las patadas, Que bueno, que está bien, pero yo hoy no puedo ir de vuelta, arreglamos para el martes de mañana, Si por supuesto yo te dejo todo en el quinto piso pero de este otro lugar, en enfermería, Bueno, bueno, la llamo antes si quiere por las dudas que se me olvide, Que no, que no, que ya me lo estoy agendando.
Al sitio que le había explicado la Dra.B no lo ubicaba muy bien. Sabía que era al lado de ortopedia y de las hamacas pero nada más. Concretó con las dos antes del mediodía.
Allí se fue, en ómnibus para evitar el calor y no andar llegando con faltas de aire y con destemple. Preguntó a un muchacho donde era neuropediatría, Seguís por el pasillo hasta el patio y das vuelta a la izquierda, ahí está un edificio viejo, bueno ahí no es, ahí es maternidad, ahí lo que haces es doblar a la izquierda al fondo bien al fondo y cuando llegues pasas por ortopedia y doblas otra vez a la izquierda hasta las hamacas,..........Eh, gracias...Y se fue.

F. Emma T.

Sé de las secas del Nordeste brasilero,
de las guerras, de los dictadores
y de elecciones ineptas.



Sé de la melancolía de los románticos,
de los borrachos, de los cantores
y de versos quinceañeros.



Sé del ajedrez cuyos peones son humanos,
de sábanas manchadas, de curas
y de pasiones curables.



Sé de enumeraciones que avanzan en vano,
de papeles que manchan la esencia
y de los besos por números.



Sé de montañas de palabras sin valor,
de las comidas amortajadas
del basurero asimétrico.



Tiranías, cortes de agua, las inundaciones
que ahogan y resecan la alegría:
más que nada eso me cansa.


Fernández de Palleja.

Si es el tiempo como un regalo
Tan tuyo y mío, para cada uno será todo…
Entre tangible y perceptible se traslada el universo
Expectante de lo interno, observando con viajera idiosincrasia
Me sobreviene la alegría, la profunda sensación de libertad.
Es el tiempo quien guarda el tesoro
Retroactividad sorprendente que permite visualizarlo.
Proceso constante, rítmico, sucesivo
Fortalezas vívidas, confirmaciones del secreto
De la herencia, del regalo, del tiempo.
Sentires palpitantes ante el desarrollo, el crecimiento
Y las necesarias lápidas intimas.
Como testigos activos, como observador participante
Como se expande, como enloquece, como enamora…

Voy a desarrollarme internamente, voy a asentar mis sentires.
Voy a poner en orden el sentido de la vida, de mi vida.
Voy a hacerme cargo de las consecuencias del amor.
Enfrentada al ego, al miedo, a la miseria humana.
Limpiando, desintoxicando mi espíritu de vida.
Concediendo tiempo al proceso de fortificación, necesario ritual para dedicarse a la entrega, al compartir, al fluir de los encuentros de mundos y subjetividades amantes.
Sensibilidades que seducen en su encuentro y movilizan
Porque tal cual una señal, un llamado de atención
Se visualiza el momento como la oportunidad
Imperdible de crecer en este amor-

Florencia Rodríguez

Sabela de Tezanos

III

Ofrecerá sus uvas
sus latidos
su pie descalzo
voz como corteza
o eco
la danza
de los frutos
dolidos
fuente quebrada
bajo el rostro
huido mapa de ausencias
torres
simulada constancia
resistencia.

Se quitará los velos
uno a uno
heridos.

Hundirá sus fragmentos
mal amados.

A sus olvidos restará inocencia
y será ágil
vivaz.

Se tenderá por fin
como la noche
y su triunfo será
no haber vencido.


***

X

Agua sobre agua:
nada tan claro
como el silenciado cuerpo
de la lluvia.
Nada tan desaparecido
sobre el mar.


***


XV

Ella cree describir el infinito
aplacando su sed
en el sopor de sueños que la amparan
frágiles como náufragos

y en círculos de vasos y botellas
cuyos bordes evocan el peligro del fuego
goza su ahogo mínimo
y su fuga
es su juego.

***

Sabela de Tezanos: Pliegues en el silencio es el cuarto libro de poemas que edita. Licenciada en Filosofía por la Facultad de Humanidades, Montevideo, publicó anteriormente Palabras sin nombre (Signos, 1989), Los desprendimientos (Vintén, 1992) y Jugar con fuego (Ed. Imaginarias, 1996). Ha obtenido varios premios en los concursos del Ministerio de Educación y Cultura.

Sabela de Tezanos
Pliegues en el silencio
36 pág.
Colección: grito de poesía.
Ed. Artefato
2004.
El Hongo.

Carta de un amigo féliz.

Querido amigo:
Hoy puse en movimiento el mar, formé una a una las olas que desarmé casi inmediatamente. Hice bailar a la arena de la playa dando giros y elevándola para aterrizar suavemente sobre si. Cantaron mi canción las gaviotas, puse a soñar al gran lobo marino del puerto. Vi triste al vendedor de pasteles y le mandé una familia dominguera. Recorrí la vida entera de los pescadores y llegué hasta su muerte; no me gustó y la cambié. Seguí caminando. Llegué al final de la tarde donde el sol se ponía sin una nube que coloreara el crepúsculo, asomé una tormenta para llenar de rojos el horizonte. Desaté una nube que llegó hasta aquí con una llovizna que dio tiempo de refugiarse a todo el que quisiera; bajo el techo del kiosco de los helados observé la caída ruidosa de un chaparrón. La arena se aprisionó para la caminata del anochecer; cumplidas mis órdenes la nube desapareció.
Con las últimas luces la playa estaba sola y casi hermosa. Encendí el ladrido de su perro, presagiándola. Caminábamos los tres bajo la claridad de la luna junto al bravo mar, llegó hasta mí con su vestido claro y pasó a mi lado con su rostro ruborizado.
La Mano que yace enterrada en la arena mudó su grito de auxilio y me levantó el pulgar.

Un abrazo:
Tu amigo siempre.

Eladio Camejo.

Una niña
tejió en un rincón
eso que cuelga
en tu cuello
y atrapó mi sueño.


Fabián Laguna.

La habitación 32

Aún en la mente de tan extraordinario italiano no se intuía semejante pieza exclusiva.
Es que ni en la foto del hall roída por el tiempo se podía apreciar.
Nadie imaginó nunca que su extraño placard, sus botellas de agua, sus dos colchones forzados a fusionarse y su ventilador musical podían, de buen talante y sigilosamente, descorchar la pasión en su sentido más puro, espontáneo y encantador.
La ventana abría a un mundo y paradójicamente lo encerraba.
Si bien todos sabemos que el kronos toma rumbo a su antojo y no existe fuerza cósmica, financiera o educativa capaz de intimidarlo en sus ritmos, cierta brecha, tal puerta de otro plano, que algunos llaman ultrawash, nace estrepitosamente, y no hay quien se resista a navegar en sus misterios.
Conocido ya es el caso de aquella niña que, amante de la velocidad y excelente conductora de transportes de dos ruedas con encendido eléctrico, obturó cualquier posible estupidez propia y se entregó sin reparos y con incipiente confianza a las manos flotantes de río y de cloro de aquel otro niño cuyo enigma era justamente él mismo, ahogado de melancolía dulce de vida, buscador incesante y filósofo de vocación escondida. Encontró, junto a él y previo pasar eterno y fugaz por los dos números, la manera perfecta de vincularse con el kronos de forma tal, que ni el kronos los manejaba a ellos ni ellos a él, equilibrio atípico que muy pocas veces se siente en su plenitud.
Los tres descubrieron el significado exacto que la habitación 32 escondía: la simpleza cronopila que ama profundamente, con convicción y sin espejismos, la libertad no estereotipada, intransferible, desoladoramente hermosa, acaloradamente sublime.



F. Emma T.

Sin título (Segunda y última parte)

En los intentos de concentración encuentro la respuesta que no es vehículo de nuevas actitudes.
Es una cuestión de actitud, de visión y tiempo interno
Tan real que se convierte a veces en insoportable pero que es nuestro, como lo único que poseo.
Cambio de enfoque y nada es homogéneo, la ambigüedad se personifica en mí.
Me re-energizo en otros canales, otras vías me trasladan, aunque cargue aun con el peso insufrible de la cobardía y la valentía.
Hago pérdida de aquello que aun me atrapa, para que no me encuentre dormida o tan solo me sorprenda.
Sigo hablando de lo mismo para que veas y comprendas las mutaciones de mi conciencia de vida-
Soy toda intuición y quisiera que vos me entiendas y me ames por esto
Que eso te enamore y te intrigue como a mí. Y lo descubramos juntos, porque sola me cuesta mucho, sola ya me aburre.
Vení conmigo, quedáte cerquita, abrazáme y sonreí cuando me veas. Seamos cómplices de nuestras desconocidas fuerzas. Tengo los silencios más calmos para regalarte, y caricias que siempre querrán tocarte, de esas que hoy te hacen huir, las mismas que hoy te hacen volver.
Y aparece siempre así, la urgencia de la respuesta , la comunicación, el intercambio genuino y sostenido…………………………………………………………………………..

Entonces escribo, sin más…
Escribo para soltar, para desapegarme de los sentires agobiantes.
¿Cuánto hubo de suceder para adquirir esta desgraciada virtud de romper el hermetismo? Vos que se te ve tan ligero, libre quizás..., ¿o atado?, vaya a saber a que conjeturas origen de tantas manías y disimulos… Contáme tus frustraciones, tus miedos, tus miserias, mostráme tu puño cerrado y tu volumen más alto… Aunque si eso pasara alguna vez, yo elegiría irme, lo sé.
Hay veces que las cosas llegan a un final y ese final es el comienzo continuado del pasado- pero únicamente presente- Finales que hacen decisión de su fin- de terminar, de evadir.
Convicción de final pero ese final que se resiste como cosa última, sino que se propone como continuidad en nuevos nacimientos.
FIN- solución perversa y decidida.
FIN- doloroso y tranquilizador.
Así como me voy ahora enfrentada a tu sosegada indiferencia,
esa que inhibe mi potencial de comunicación.
Esa que me abandona en ilusiones que caen una en una, a su tiempo, aplastando la capacidad de disimulo.
Día a día más desnuda, más humana.



Florencia Rodríguez

Del otro lado...

Pienso y creo que estoy lloviendo.
Que estoy lloviendo y que estoy solo y acompañado.
Porque para llover hay que estar solo
y sólo se llueve acompañado.

Hay gente a mi alrededor.
Sus conversaciones difusas
son como un murmullo
como muchos murmullos girando y girando.
Son como un viento,
un vientito que empuja y me ayuda a llover.

Y entonces, lluevo y lluevo.
Voy lloviendo con furia.
Con cierta furia paciente.
Lluevo como los besos suaves, húmedos y apretados
que sólo saben dar los amantes.

Y así, solo, lluevo…lluevo…
con el alma furiosa de la gente,
con el gusto de los besos olvidados.


H. H. Sandín

Náufragos en la ciudad.

Sigue lloviendo, y uno ya perdió la memoria de cuando empezó esta lluvia triste. Caminamos entre saltos, esquivamos los pozos de las veredas y nos cuidamos de que los autos no nos salpiquen. El bar es el refugio, y hasta ahí llegamos. Nos esperan los muchachos, como todos los viernes: en la mesa ya están Alfredo, Jorge, Walter y Tabaré, que hoy vino y nos dio la sorpresa a todos. Hay veces, como en esta tarde, que me siento un náufrago en una isla. Porque el boliche es eso: una isla. Afuera está el océano tormentoso y desconocido.
A nadie se le ocurrió pensar que somos náufragos. Que hace siglos llegamos aquí, a esta isla mayor que es la América.
Llegamos o nos trajeron, no sé.
Todos los días caminamos por la isla haciendo nuestras tareas cotidianas. A veces llegamos al borde del mar y nos detenemos, sin poder salir. Miramos la inmensidad de esa agua turbia y regresamos. Hace tantos años que estamos por estos parajes que ya muchos ni imaginan que más allá puede haber otra cosa que no sea agua salada. Algunos que salieron, al volver, nos dicen que sí, que hay otras ciudades parecidas a ésta pero mucho más antiguas, y que la gente de allí puede ser una parte de los parientes que tuvimos y olvidamos.
En esto se ha tornado nuestra vida: en la larga espera de un posible regreso. Lástima que a algunos no nos va a alcanzar el paso por la tierra para lograr esa hazaña.


Julio César Parissi
la noche tiene sabor a olvido
un borracho vomita sus penas
en tus labios pájaros tristes huérfanos
anida la palabra nunca
y junto a las migas en el mantel
una lágrima muerta
te espera.


Liber Mendizábal.

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