Alejandro Ferreiro (Portland)

A veces, sólo a veces, sueño contigo.
A veces, sólo a veces, sueño contigo.
A veces, sólo a veces, pienso en ti.
A veces, sólo a veces, pienso en ti.
A veces, sólo a veces, lo admito.

***


Llueve.
Cae una lluvia lenta y pegajosa, una lluvia negra pega cosas.
Pienso en lo que sobra.
Cae una lluvia muerta, poca cosa.
El frío hace imposible cada herida.
Del letargo al insomnio -como del amor al odio- sólo un día.
Una aurora.

***



Últimamente pienso demasiado.
Me torturo poniendo en tela de juicio todo lo que hago y lo que debo hacer.
Se supone que hay que dedicar todo el tiempo que se pueda al trabajo, porque ese es el camino para alcanzar el bienestar. Ni que hablar en mi caso que trabajo en algo que me gusta y me permite viajar.
Lo que pasa es que también hay otras cosas que me apetecen, que requieren esfuerzo y dedicación pero no se parecen en nada a obligaciones: caminar, andar en bicicleta, leer al aire libre, visitar amigos, ducharse en el mar, cocinar sin apuro, comer sentado, someterse a masajes, mirar para arriba, cultivar un almácigo, regar los helechos, hablar con los cactus, escribir sobre esas cosas, en fin, vivir de acuerdo a.


***
Portland
Alejandro Ferreiro
Agosto de 2007
Ed. HUM.
72 pág.

Alejandro Ferreiro (Montevideo 1968)
Es periodista y escritor.
Ha publicado tres novelas (Portland /2000 –Ed. Civiles Iletrados; Algo que flota /2005 –Artefato y Todo lo quieto sueña moverse /2006 –Artefato) y un poemario (Nos persigue la humedad y otras filtraciones /2004 –Artefato).

El Hongo

Cinta de Moebius

Muere el día
Y muere gris otra vez
Invierno en mí.

Invierno en mí
Pequeño rayo de sol
Luz esperanza.

Luz esperanza
Es teatro interno
Delirio manso.

Delirio manso
Sobre suelo incierto
Viajar descalzo.

Viajar descalzo
Deshaciendo el tiempo
Muere el día.
Eladio Camejo

Complejo poema sencillo.

En días tristes
la alegría de escribir.
En días tristes
la alegría de escribir
tristezas

Me costó entender
que van de la mano.
Me costó entender
que van de la mano
y a veces no se reconocen.

Escribirte poema
qué difícil es describirte.
Escribirte poema
qué difícil es describirte,
sin borrar,
sin que quede afuera
el perfume de las flores,
el sonido del mar,
o simplemente
que abarques más de lo que demuestras,
Complejo poema sencillo.


Fabián Laguna

Historia de los adoquines. II

Capítulo due

Antecedentes: La vida de Francisco P.

Francisco P. nació revolucionario del alma, de eso no hay duda.
Todos los supieron desde el mismo día que fue colocado como adoquín en la cuadra.
Es de saber, que desde tiempos remotos, en la mentalidad del adoquín, el lugar preciso donde te ubiquen da cuenta de la proyección futura que uno vaya a tener, y se relaciona proporcionalmente con los estudios psicológicos implicados en el abordaje de la personalidad y las patologías agudas del psiquismo.
Esto es un poco incomprensible, y hasta podría pensarse determinista, porque nada da cuenta la colocación específica en la cuadra con las características personales que uno pueda desarrollar en su existencia.
Sin embargo no hay que olvidar (intentando romper con el antropocentrismo) que los razonamientos que podamos desarrollar los humanos distan mucho de los mitos, costumbres, visiones y razonamientos que se poseen en la comunidad adoquinezca, la cual a su vez, es importante mencionar, es bastante más poblada de lo que se pueda pensar (tener en cuenta el mundo todo, y el gran afán que existe en algunas comunidades humanas actuales por mantener los patrimonios históricos en los cuales se planta perfectamente un adoquín).
En fin, Francisco P. fue colocado justamente en el extremo izquierdo trasero de la calle, en un borde poco visible si se mira desde el ángulo diagonalmente opuesto.
Este hecho totalmente irreflexivo del humano que introdujo a Francisco P. allí, hizo que desde el mismo día de su nacimiento los viejos de la cuadra comprendieran que en un futuro, y de la mano de Francisco P., cambios sustanciales sucederían, y lamentablemente muchos temblaron por ello.


F. Emma T.

Irremediables cuestiones de humanidad amante

De la claridad interna…
De la paz nítida
De la conciencia activa despierta el proceso.
Internalidad externa
Convicción expulsiva, compulsiva, no repulsiva.
Detalles imprecisos que se pierden y los encuentro débiles.
Ni débil ni fuerte
Tan simple que se confunde en complicado.
Convicción extrema, externa, exenta de posibilidad divina.
Porque es humana la risa social, estimulo de niños estimados, subestimados.
Contactos posibles, visibles en la oscuridad intima de un sueño de amor.
Ilusiones posibles, nunca soñadas, particulares simplezas que se unen de una mano fuerte y una risa endeble- efímera.
Palabras llenas del vacío compuesto- impuesto.
Imágenes sostenidas en un tiempo viajero- que no regresa
Viene y va, yo y el, ilusión eterna.

Realidad interna de quien tiene miedos
Miedo de libertad, extrema pobreza solapada-
cuándo la fluidez angustia, la culpa no tiene dueño
Es efímero el deseo, se superpone la mente y aniquila
la alegría, todo se convierte en probable, en posibles e imposibles.
El discurso se tiñe de ambigüedad, las palabras confluyen ahogadas.
Pasaje a la tierra del olvido, al subterráneo de los abrazos, al cielo lúgubre de sol pálido, indefenso.
Las fuerzas no se rescatan, no se estimulan ni se reproducen en sonrisas,
La espontaneidad se pierde jugando a las escondidas, a solas.
A solas es el mejor refugio
De imágenes conocidas, de sueños incontrolables que trasladan de noche en noche la ansiedad intensa, desconcentrada, centrada en los miedos que en mí habitan.
Necesidades múltiples de energías sorpresivas, radicalizantes de las esperanzas.



Texto: Florencia Rodríguez
Foto: Servando Valero
el locutor dijo continuamos con la música de piazzolla
un hombre camina por calles desiertas
las manos en los bolsillos
la mirada perdida
un hombre camina camina camina
cruza la plaza y entra a un bar
pide dos grappas
por nosotros dice y bebe el contenido de un vaso
tira el otro al piso
los parroquianos lo miran
el hombre sale a la noche
saca el walkman y sintoniza otra radio
strangers in the night dice el locutor
un hombre camina por calles desiertas
la mirada perdida
el frío en las barbas

Líber Mendizábal.

Nadie sin ojos.


Cientos de líneas corren
de ese rostro hacia el mar.

Los ojos que ahora te miran
enceguecen, se nublan.

Viaja tu hoy en mis líneas,
líneas de rencor íntimo,
conmigo: egoísta y leproso.

Una voz silencia a gritos
cualquier impulso.

Aquellos… esos ojos,
miran ciegos una luz apagada.

Camino
con mis piernas sin rodillas,
con su mano sin sangre,
con tu luna, sin el alma.
H.H. Sandin

fucking soneto al revés

sobre si son pescaditos hay varias teorías
sostenidas por filósofos tartamudeantes
sacados de poesías de la voz del aire

sobre si son lo que está abajo es un remiendo
para el vestigio dejado por babosas rápidas
de lunas penetradas por ramas cabezohongas

vienen del galope de caballos y de vacas
que son plata que se va cagando hacia la muerte
y se inflan luego de que el arcoiris viboree
para que los coman los jabalíes urbanos

son de colores espirituales de repente
salen de caderas bamboleantes estrelladas
se ahondan las olas en el aire ululante
y acabo viajando por la puta de tus piernas


Fernández de Palleja

Discusión entre Álvaro de Campos y Ricardo Reis

Álvaro de Campos:
La poesía es aquella forma de la prosa en la que el ritmo es artificial. Este artificio, que insiste en crear nuevas pausas especiales y antinaturales distintas de las que la puntuación define, aunque a veces coincidentes con ellas, es producido por la escritura del texto en líneas separadas llamadas versos, preferiblemente comenzadas por mayúsculas para indicar que son como períodos absurdos, pronunciados separadamente. Se crean, mediante este procedimiento, dos tipos de sugestiones que no existen en la prosa: una sugestión rítmica de cada verso por sí mismo, como persona independiente, y una sugestión acentual que incide sobre la última palabra del verso, donde se hace una pausa artificialmente, o sobre la única palabra si hay una sola, que así queda en una aislamiento que no es itálico.
Pero se pregunta: ¿por qué ha de haber un ritmo artificial? Se responde: porque la emoción intensa no cabe en la palabra: tiene que bajar al grito o subir al canto. Y como decir es hablar, y no se puede gritar hablando, se tiene que cantar hablando, y cantar hablando es pone la música en el habla; y, como la música es extraña al habla, pónese la música en el habla disponiendo las palabras de modo que contengan una música que no esté en ellas, que sea, pues, artificial en relación a ellas. Esto es la poesía: cantar sin música. Por eso los grandes poetas líricos, en el gran sentido del adjetivo “lírico”, no son musicables. ¿Cómo han de serlo si son musicales?

Ricardo Reis:
Dice Campos que la poesía es un prosa en la que el ritmo es artificial. Considera a la poesía como una prosa que contiene música, de donde su artificio. Yo, sin embargo, antes diría que la poesía es una música que se hace con ideas, y por lo mismo con palabras. Considerad qué será el que hagáis música con ideas, en vez de con emociones. Con emociones haréis sólo música. Con emociones que caminan hacia las ideas, que se agregan ideas para definirse, haréis el canto. Con ideas sólo, que contengan tan solamente lo que de emoción hay necesariamente en todas las ideas, haréis poesía. Y así, el canto es la forma primitiva de la poesía, porque no es la primera forma de la poesía, sino el camino hacia ella.
Cuanto más fría la poesía, más verdadera. La emoción no debe entrar en la poesía como elemento dispositivo del ritmo, que es la supervivencia lejana de la música en el verso. Y ese ritmo, cuando es perfecto, debe antes surgir de la idea que de la palabra. Una idea perfectamente concebida es rítmica en sí misma: las palabras en perfectamente se diga no tienen poder para empequeñecerla. Pueden ser duras y frías: no influye-son las únicas y por eso las mejores. Y, siendo las mejores, son las más bellas.
De nada sirve el simple ritmo de las palabras si no contiene ideas. No hay nombres bellos, sino gracias a ala evocación que los vuelve nombres. Que alguien se embelese con los nombres propios de Milton es justo si se conoce lo que expresan, absurdo si se ignora, no habiendo más que un sueño de entendimiento, del que las palabras son el torpor.


(9-4-1930)


Fernando Pessoa
El regreso de los dioses
Ed. Acantilado
431 pág.



Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) el más complejo y quizás más importante poeta europeo del siglo XX, se ganó la vida como redactor de correspondencia extranjera para empresas comerciales, traductor y vendedor de horóscopos. Escribió parte de su obra en inglés (en su juventud vivió en Sudáfrica), obra que se desplaza magistralmente de la vanguardia al clasicismo por un afán de “ser todo de todas las maneras”. A lo largo de sus cuarenta y siete años de vida, Pessoa “asistió, de lejos, desprendido, ligeramente sonriente, a las cosas que suceden en la vida, pero sin mezclarse en ellas”. Desdeñoso de la fama –“cosa para actrices y productos farmacéuticos”- propuso desde siempre lo que él llamó una “estética de la abdicación”, en la que Pessoa incluía no sólo “la posibilidad de bienestar material” –su objetivo económico explícito consistía en ganar, como máximo, “sesenta dólares mensuales; ni uno más”-, sino todo el sistema de relaciones humanas, desde el amor a la amistad, convencido de que el hecho divino de existir no debe asimilarse el hecho satánico de coexistir.



El Hongo
Maldito ejercicio de acumular palabras,
Desahogo.
Transitar hojas en blanco con letras dolientes,
De profundidad sangrante
De soledad taciturna.

El lento fluir se detiene,
Lento.
Sin una idea que me rescate
Sin poesía.
Con el único recuerdo de tu belleza
Que me permita quizá
Alguna vez en sueños,
Encontrar el verso que me justifique.

Eladio Camejo

Despedidas

Las estrellas bajan las colinas
En el horizonte
Y yo aún
No sequé la penúltima lágrima
Y no tomé la misma copa.


Me gusta esperarte desnudo
En la orilla
En abril, cuando casi nadie nos ve,
Siempre en abril.

En las tardes llorosas
Te busco, allí
En tus sepulcros,
En tu nota más alta
Y no sé, tristeza vieja, no sé
Quién me robó tu dolor.








Texto: H.H. Sandin
Foto: Servando Valero
nacen los hongos
del pasto del saber
cuando has llovido



resulta líquido
el hongo de delmira
la tempestuosa



en busca de hongos
permito la humedad
en mis revoques




lo saca Nikon:
ceremonia del té
rojo del hongo


Fernández de Palleja

Gotas

Las gotas del pensamiento
resbalan por el vidrio,
trazan lineas como rayos y se van,
ese es el camino recorrido.

Nuevas gotas de lluvia
caen sobre el vidrio,
remueven asi el viejo camino
y las ideas cambian de forma.

Vuelan gotas de viento,
quedan pocas de agua,
pero solo las del pensamiento
esperan la proxima lluvia

Fabián Laguna
Qué es escribir un poema
ésta certeza
amanecida en una copa vacía
éste silencio consumido en un cigarro
o la palabra esperanza vestida de harapos
no lo sé che
por eso pregunto y escribo y escribo…

Liber Mendizábal
Un abismo inquebrantable
Se expone ante la luz y me enceguece.

Delicado encuentro
Fértil energía renovada
Entre los más lindos...
Entre deseos y fuegos
De batalla y perdón
Mi mirada inspirada en tu silencio.


Circundante en el aire, se sugiere movediza
Articula su despliegue sobre sedas de algodón
Simplificada, osada y manifiesta
De formas incalculables
De las inconclusas e infinitas maneras de ser.
Encantadora ninfa
Tu esencia me ha hecho bien.

Florencia Rodríguez

Historia de los adoquines.

Capítulo uno

Lunedí

En una calle bastante asimétrica en comparación a otras calles del mismo lugar, se juntaron varios adoquines para establecer por primera vez en la historia de la humanidad un gremio de adoquines. La intención era clara: o se organizaban y ejercían presión, o los sacarían uno por uno hasta desaparecer, incluso como palabra y ni siquiera el más insulso de los diccionarios los tendría. La reunión se realizaría un lunes a la medianoche en esta callecita de solo 50 metros ubicada en las cercanías de un puerto de aquel sitio. Esto, obviamente no fue sin razón alguna, es lógico pensar que un lunes a esas horas es casi inexistente la presencia de cualquier ser, especialmente los más numerosos, culpables de tal proceder. Bueno, la reunión se hizo, pero vaya paradoja, porque en la reunión se modificó toda la ideología adoquinezca que motivó la creación del gremio, para dar paso a la ideología del "dejar que el destino nos guíe", o hasta alguna más radical como la de "permanecer inmóvil pero con conciencia de ello". El gremio se conformó, la lucha se pasó a otro plano, y los adoquines más jóvenes comprendieron que sus vidas podían ser muy diferentes a la de sus ancestros, sobre todo si ni ellos mismos podían definir si son asexuados o no.



F. Emma T.

Despedida a ella

Te voy perdiendo
Lento y cansado
De tiempo en viento
En lugares comunes
Y en mis apuntes muertos.

Yo, público y de lentes empañados
Cerca y lejos
Laminándome.

La cara abierta y ensalivada
Me mira, me extraña
Estrella muerta y canción de cuna
Sos eso…
Y tal vez, algo más.


H. H. Sandin

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