…y me quiso quitar de los bares,
hasta de aquel donde me conoció.
Yo le seguía el juego
pero su juego era yo.
Qué debe hacer una dama
que al primer hombre perdió
y con él toda ilusión que llegase.
Sólo dejó recuerdos,
más que marcas en la espalda
dejo marcas en el corazón.
Y así y todo yo me marcho,
con el sol;
esquivando ser la de fulano,
esquivando un nosotros dos.
Tú no eres mi amigo,
yo no duermo con ellos,
nunca me han atraído.
Si es que se puede llamar amigo,
a un hombre que se queda a mi lado,
actuando como marido,
tan cornudo, tan sensato, todo,
por no llegar a ser nada más cercano.
Tú no eres mi amigo,
sin embargo, a ti te cuento
todos mis malos tratos,
los problemas en el trabajo
y en este mundo.
Cuan lejos he llegado.
Y que tan cobarde he sido,
pensando en el suicidio.
Igualmente la cama nos separa,
al saber lo difícil que sería
verte con otra dama.
Tú no eres mi amigo,
la amistad nunca me ha inspirado
renunciar a todo lo que he querido.
Así, como a veces me pasa,
mientras duermo contigo:
llegar a ser la señora de un don Juan,
beodo arrepentido.
No eres mi amigo,
aunque vallamos de bar en bar,
y te vuelvas conmigo.
No somos amigos,
aunque confesemos estar enamorados
de una Mercedes, de un Martín,
y todo lo que quede por sufrir,
del desengaño.
No nos hace amigos
el hecho de saber,
que yo soy mujer y tu un bandido.
No somos amigos
aunque nos emborrachemos
hasta caer en el vacío.
Nos seguirá separando una cama
y nuestra desnudes con demandas.
Nos separa la posibilidad
de enamorarnos y ya vez,
como es ese tramo.
No eres mi amigo, más bien,
eres un hombre y yo una mujer,
que juegan a serse fieles,
como nunca lo han sido.




Esther Zasso

No hay comentarios:

Seguidores