Penúltimo cuento.

Domingo veinticuatro de diciembre.
Parada de ómnibus.
De 19 a 21 horas.
Cuatro personas. Luego tres. Luego cinco. Luego cuatro y una más alejada. Luego tres y la alejada.
Personas que fluctuaron, dialogaron y se marcharon: cuatro (no incluidas en el recuento anterior)
Edades aproximadas: de veinte a setenta.
Nota: no se mencionaron nombres hasta casi el fin.
Tópico de enlace: la ausencia fantasmagórica de transporte y la consecuente imposibilidad de traslado a tiempo.
Estados anímicos: tranquilidad absoluta y bienestar en dos, impaciencia y malhumor en una, enojo con el cuartel de bomberos, desenfado y extraña armonía en otra. Pasividad y sonrisa permanente en la alejada.
Indicios de vidas: rutinaria con ansia de cambios a través del arte del violín en una; libre en soledad, desestructurada, permanencia en otro plano con contactos frecuentes e inteligentes en el plano común de la noche, otra; desasosiego por algo desconocido y nostalgia profunda, otra; alegría no eufórica y dejarse en manos del destino provisoriamente, en otra.
Tópicos de discusión, debate y pasar el tiempo: el mercado del puerto, el nuevo fiscal de corte, la película "El violín rojo", el precio de los violines, el poder del cuartel de bomberos y su ineficacia, 1953, Mussolini y "Adolfo", los rojos, quién es reina y quién es un gil, si se salía de madrugada, si tomar un taxi si es que llega a pasar uno, si hacer dedo, si comprar cerveza y quedarse ahí, el tener una hija, el vivir en Salto, que el 17 es obvio que sirve para llegar al Cerro, que “la gorda de los bomberos es una hija de puta”, que el tener estudios, la música celta con o sin gaitas, adivinar edades, la danza, los viajes, la filosofía.
Desenlace: cuatro caminar, otro marcharse para el lado opuesto con su bolso. De los caminantes se separa uno sin palabras y no contesta. Un taxi con un taxista y un tipo de seguridad, o un milico o un espía. Se suben. Dos se bajan y dejan plata. Uno sigue. Se dicen los nombres.



F. Emma T. (1980)

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