Historia de los adoquines. II

Capítulo due

Antecedentes: La vida de Francisco P.

Francisco P. nació revolucionario del alma, de eso no hay duda.
Todos los supieron desde el mismo día que fue colocado como adoquín en la cuadra.
Es de saber, que desde tiempos remotos, en la mentalidad del adoquín, el lugar preciso donde te ubiquen da cuenta de la proyección futura que uno vaya a tener, y se relaciona proporcionalmente con los estudios psicológicos implicados en el abordaje de la personalidad y las patologías agudas del psiquismo.
Esto es un poco incomprensible, y hasta podría pensarse determinista, porque nada da cuenta la colocación específica en la cuadra con las características personales que uno pueda desarrollar en su existencia.
Sin embargo no hay que olvidar (intentando romper con el antropocentrismo) que los razonamientos que podamos desarrollar los humanos distan mucho de los mitos, costumbres, visiones y razonamientos que se poseen en la comunidad adoquinezca, la cual a su vez, es importante mencionar, es bastante más poblada de lo que se pueda pensar (tener en cuenta el mundo todo, y el gran afán que existe en algunas comunidades humanas actuales por mantener los patrimonios históricos en los cuales se planta perfectamente un adoquín).
En fin, Francisco P. fue colocado justamente en el extremo izquierdo trasero de la calle, en un borde poco visible si se mira desde el ángulo diagonalmente opuesto.
Este hecho totalmente irreflexivo del humano que introdujo a Francisco P. allí, hizo que desde el mismo día de su nacimiento los viejos de la cuadra comprendieran que en un futuro, y de la mano de Francisco P., cambios sustanciales sucederían, y lamentablemente muchos temblaron por ello.


F. Emma T.

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