Cuando los hierros transcurren
y se vuelven cemento
y baldosa rota,
surge, lentamente,
la luz de un foco
en una esquina.
La luz se pierde
en un suspiro.
El suspiro se pierde
tras unas monedas.
El hierro llora
y el dolor sufre
entre las piernas.
Y muere el sueño
engrasado
sobre la brasa lenta de un cigarro.
Texto: H. H. Sandin
Foto: Servando Valero
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario